Thursday, November 16, 2006

fuego


Todo empezó con una pequeña llama de tu lado.
Cuando la vi, me fascinó su fuego y su calor.
La compartiste conmigo diciendo: “con el tiempo será tuya.”
Tuve que esconderla, guarecerla de truenos y relámpagos
Varias corrientes de aire quisieron apagármela, pero la cuidé velando su sueño de fogata, así creció y se me volvió fuego de hogar.
Algún día lo desataste, lo hiciste llamarada entre tus besos.
Con tus abrazos le diste forma de fuego feérico sobre tu piel, y al rojo vivo le tatuaste una luna en cada latido.
Llegó a pensar que se volvería una llama eterna.
Sin embargo, vientos de cambio soplaron.
Sin que entendiéramos un día dijiste: “hay que apagarlo”
Entonces se volvió incendio. Descontrolado, aturdido, furioso.
Queriéndose quemar a si mismo, quemó sus naves y prendió fuego a las esperanzas en su afán de volver a ser un fuego hermoso.
Cuando no hubo nada más que quemar, comenzó a incendiar el tiempo y las palabras. Quemó todo.
Desde entonces palidece y se alimenta de casi nada.
Quema algunas ilusiones, algún sueño, algún destello del futuro.
Con angustia veo como se consume. Como se duele. Como se apaga.

1 comment:

  1. El fuego se salió de control de ambas partes. No eres tú.

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